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Trapera

Ignacia de Lara, otra poetisa desconocida (con nombre de calle)

(por magacín66)

Una vez leído el artículo ‘El poco conocido Luis Benítez Inglott’, escrito por Perera y publicado en Trapera el pasado 26 de noviembre, lo primero que se me vino a la mente, y así lo reflejé en un primer comentario, fue que de lo único que me sonaba el nombre del escritor era por tener una calle en el barrio de Escaleritas, en la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria.

Unos días más tarde, al volver a mi cita diaria con Trapera, me vino a la mente “quién habría sido Ignacia de Lara”, nombre de otra calle de ese mismo barrio, muy cercana a mí, ya que me crié en ella y viví allí durante los primeros veinticinco años de mi vida.

Indagando un poco por Google descubro que Ignacia de Lara, al igual que Luis Benítez Inglott, fue una poetisa grancanaria. Ambos nacieron en la misma ciudad y vivieron la misma época: Ignacia nació en 1880 y Luis quince años después.

En la búsqueda, encuentro principalmente tres webs que hablan de ella. La primera es la de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, cuya Biblioteca Digital publica la Tesis Doctoral de doña María Inmaculada Egüés Oroz, titulada ‘Ignacia de Lara: perfil biográfico, obra poética y obra en prosa’, pero a la que no puedo acceder, ya que es de acceso restringido. La segunda web es una dedicada a la playa de la capital grancanaria llamada ‘Mi playa de las Canteras’, donde se ha publicado unos fragmentos de la obra ‘Ignacia de Lara. Esbozo de una personalidad desde la lejanía’ de María Dolores de la Fe. Por último, encuentro otra página de la mencionada Biblioteca Digital de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, que publica, en este caso con acceso abierto, la obra titulada ‘Antología poética de Ignacia de Lara: 1880-1940’, editada en el año 1988 por la Real Sociedad Económica de Amigos del País y escrita por don Antonio María González Padrón, actual cronista oficial de la Ciudad de Telde, quien ha dividido la obra en “temas religiosos”, “temas intimistas”, “temas varios” y “cantares”.

De este libro extraigo las siguientes notas biográficas escritas por González Padrón bajo la denominación de “Estudio biográfico-estilístico”; y el poema titulado ‘Tristeza’, datado en la nochebuena del año 1932 y clasificado dentro de los “temas intimistas”.

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Ignacia de Lara Henríquez nace en Las Palmas de Gran Canaria el 16 de agosto de 1880 y es la tercera de un total de ocho hermanos.

En los primeros años de su adolescencia ingresó como alumna en el colegio dominico de San José, donde la honda influencia recibida hace que la religiosidad sea la constante más apreciable de su vida y de su obra. Unos años más tarde finalizaría Magisterio y paralelamente, su educación y formación se vería también reforzada gracias a las tertulias que al amparo de los muros de la casa familiar y contando con la permanente dirección de su madre, reúne a la flor de las letras canarias como Alonso Quesada, Tomás Morales o Luis Doreste Silva.

La sólida cultura que posee, transmitida por sus padres y confirmada gracias a sus autores preferidos como Bécquer, Rosalía de Castro, Quevedo, Góngora, Espronceda y Rubén Darío, está fuertemente influenciada por Tomás Morales, Salvador Rueda, Villaespesa o Marquina.

La obra de Ignacia es bastante intimista y es incluida en ‘Historia de la literatura canaria’, por Artiles y Quintana, en el grupo de los “poetas intimistas”, junto a Montiano Placeres, Juan Millares Carlo y Luis Benítez Inglott. Pero lo más significante de toda su obra, es un imperecedero sello de dolor, impregnado de angustia y melancolía.

Ignacia, mujer de carácter valiente y apasionado, con gran carga de humanismo cristiano, tiene clara conciencia de lo que es ser mujer y por ello luchó de forma constante para que todas las mujeres de su tierra salieran de un letargo de siglos y fuesen ocupando los lugares que por derecho les correspondían en una sociedad más justa. Durante los años de 1931 a 1936 se dedicó a la política, con una participación activa en la vida pública, que se afianza por una firme convicción de fe católica y teniendo como arma preferida sus inmaculados versos.

Tras una vida llena de pesares, de trabajos y de horas amargas, su final viene de manos de una enfermedad. Un cáncer acaba con su vida el 1 de septiembre de 1940 en su ciudad natal, Las Palmas de Gran Canaria. Unos días más tarde se publica en la prensa su ‘Soneto póstumo’ junto a otro de Luis Doreste Silva llamado ‘A Ignacia de Lara, en el adiós a su vida’.

En esta biografía, escrita por González Padrón, se hace mención a 3 obras publicadas a lo largo de la vida de Ignacia:

« Al colegio dominico “mi colegio”, como cariñosamente lo califica la escritora, dedica su primer libro, que llevaba por título “Tiré del recuerdo.. . y como cerezas”, publicado en la capital grancanaria en 1922. »


« Francisco González Díaz, en el prólogo que realizará al segundo libro de Ignacia, “Para el perdón y para el olvido”, que ve la luz en la capital catalana en 1924, escribe de Ignacia: “No aspira a deslumbrar ni a perturbar con su libro, sino a conmover.” Tomás Morales, a su vez, dice de los versos de la poetisa: “Ponen un aire ingenuo de ternura y bondad.” »


« A los dos libros ya reseñados se les une un tercero bajo el título genérico de “Cantares”, publicado como el primero en Las Palmas de Gran Canaria en 1926. No debiendo olvidar las continuas aportaciones a periódicos y revistas, tanto locales como nacionales. »


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TRISTEZA

¡A la par que la tierra irá llenando
las ya desiertas cuencas de mis ojos,
de sus arterias seguirá lanzando
el borbotón de los claveles rojos!

Y seguirá la roca acantilada
irguiéndose gentil, medio velada
a veces por las brumas,
y seguirá tenaz el oleaje
lanzándose furioso al abordaje
con sus garras de espumas.

Mi parcela de lumbre, indiferente
el sol repartirá serenamente
al renacer el día,
y el borbotón de luz cada mañana
arrancará el cristal de mi ventana
chispazos de alegría.

Los suspiros irán diciendo al viento
las estrofas que dicta el sentimiento
a cada corazón,
y habrá una ardiente pulsación gigante
arrancando de un pecho palpitante
un grito de emoción.

¡La primavera seguirá tornando
en cada año amorosa celebrando
sus nupcias con el sol,
y habrá cantos de amor entre el ramaje
y teñirán la gloria del paisaje
ocasos de arrebol!

¡Cuando apagada esté mi ardiente hoguera
podrá el destino hacer que esté a mi vera
un rosal florecido,
y en bandadas al sol irá volando
como lluvia de pétalos girando
la floración del nido!

¡Volverá con su puro y grato ambiente
con su atracción de hogar, dulce y caliente
¡la alegre Nochebuena!
y del abuelo al nieto eslabonado
quedará el cerco familiar cerrado
en torno de la cena.

El eco de mi cantar lanzado al viento
volteará diluyéndose su acento
allá en la lejanía,
la luz después desplegará su gama...
¡un aliento de nardos y retama
irá aromando el día!

Las almas soñadoras, que son ascua,
en todo alegre amanecer de Pascua
algún calor pondrán,
en el recuerdo sepultado y yerto
del triste pelotón de los que han muerto
¡y nunca volverán!

A esas almas suplico en mi agonía
que al llegar esa fiesta ¡que fue mía!
evoquen mi memoria;
¡esa limosna espiritual les pido!
para cuando me vaya hacia el olvido...
¡sin nombre y sin historia!

(24 de diciembre de 1932)

3 comentarios

Bethencourt -

Una absoluta desconocida para mí, Magacine. Era, es decir. Ahora, ya no. Gracias, ¿eh?

P. Tacoronte -

Hermoso poema, magacine. el último verso se presta a más de una lectura "canaria":"sin nombre y sin historia". Felicidades por el artículo, muy, muy necesario.

perera -

Sabía ya algo de ella, pero me has dado a conocer otros detalles que ignoraba totalmente. Gracias por tu trabajo, en este sentido.
En realidad, uno no vive igual las calles de su ciudad, los rincones de su pueblo, si no conoce a qué remiten sus nombres. Uno, tras conocer la procedencia de determinados nombres, camina con la historia por esos lugares. Los espacios vibran; las personas (que dan nombren) viven de alguna manera en nosotros y por nosotros. Casi me atrevería a decir que la calle Tomás Morales, por ejemplo, nunca hubiera sido igual si se hubiera llamado de otra manera. Salud mucha, magacin66.