Abróchense los cinturones
(Por Elena_BR)
Que vamos a despegar, porque despegando una nueva campaña electoral, acabamos todos y todas como en una órbita celeste. No creo que quede nadie aún que no se haya enterado del chupinazo de salida de esta nueva convocatoria electoral.
Empiezan ahora unos días de saludos hipócritas, promesas increíbles e imposibles de cumplir, fotos y cartelones de hombres y mujeres retocados digitalmente y con exquisita apariencia colgados de las farolas, inauguraciones, mítines y un sinfín de actos y actividades diseñadas al efecto.
También se reforzarán, porque por desgracia es una actividad ya habitual, los exquisitos insultos de un partido a otro, las mal-interpretaciones de lo dicho por el contrincante, las indagaciones detectivescas de las vidas de las familias de los candidatos, es decir, el culebrón en el que nuestros políticos, sea cual fuere su ideología, se empeñan en meternos.
A partir de ahora y hasta mitad de marzo, almorzaremos con uno de ellos, merendaremos con la respuesta de otro y cenaremos con una discusión casi teológica de otros tres respecto a las opiniones vertidas por los dos anteriores, es decir, un lío tonto y absurdo que evitará que nos enteremos de lo que realmente importa.
En los diecisiete años que llevo ejerciendo el derecho al voto, no he conseguido sacar en claro ningún programa electoral de ninguna ideología. Aunque pensándolo mejor, quizás así sea más fácil, el día después de las urnas, unirse, desunirse, coaligarse y/o enfrentarse con los que hasta ese momento han sido tus contrincantes con un supuesto programa electoral contrapuesto al suyo.
Sé que es duro y peligroso estar predispuesta al desengaño como yo lo estoy, con muchas personas opinando y pensando como yo peligraría nuestro actual sistema político pero, por mucho que lo intento, no dejo de entender que para no soltar la poltrona, se unan confesiones de extremos muy opuestos, y esto no son precisamente cargas eléctricas que se atraigan con facilidad.
Cuando has ido haciendo un pequeño seguimiento a determinados individuos metidos a políticos a lo largo de los tiempos, los ves como han ido cambiando de partido como quien cambia de ropa interior, no terminas de creer que lo que te están vendiendo en un mitin llegue a buen término en alguna ocasión.
Me preocupa y mucho, que las decisiones tan importantes en este país, las tomen una mayoría simple de los que tenemos derecho a elegir, que cada vez sea menor el índice de participación en las urnas, que cada vez se disparen más los índices de abstención en los jóvenes (que por otra parte supongo que debieran ser los más interesados en estrenarse en estas lides), que los partidos más votados no sean los verdaderamente elegidos y así podríamos analizar más y más aspectos.
Volviendo a lo que centraba estas líneas, ha arrancado ya una nueva campaña electoral. Me gustaría pedir (como cuando hacemos la carta a los Reyes Magos) que por fin ésta sea eso mismo y no otra cosa, que me planteen opciones y proyectos claros para que yo pueda elegir y decidir, que se invite desde todas las opciones políticas al voto, que no tengan que perder mi tiempo en escuchar sandeces de boca de aquellos a los que yo les pago el sueldo, en fin que de una vez tengamos una campaña electoral en condiciones.
Que vamos a despegar, porque despegando una nueva campaña electoral, acabamos todos y todas como en una órbita celeste. No creo que quede nadie aún que no se haya enterado del chupinazo de salida de esta nueva convocatoria electoral.
Empiezan ahora unos días de saludos hipócritas, promesas increíbles e imposibles de cumplir, fotos y cartelones de hombres y mujeres retocados digitalmente y con exquisita apariencia colgados de las farolas, inauguraciones, mítines y un sinfín de actos y actividades diseñadas al efecto.
También se reforzarán, porque por desgracia es una actividad ya habitual, los exquisitos insultos de un partido a otro, las mal-interpretaciones de lo dicho por el contrincante, las indagaciones detectivescas de las vidas de las familias de los candidatos, es decir, el culebrón en el que nuestros políticos, sea cual fuere su ideología, se empeñan en meternos.
A partir de ahora y hasta mitad de marzo, almorzaremos con uno de ellos, merendaremos con la respuesta de otro y cenaremos con una discusión casi teológica de otros tres respecto a las opiniones vertidas por los dos anteriores, es decir, un lío tonto y absurdo que evitará que nos enteremos de lo que realmente importa.
En los diecisiete años que llevo ejerciendo el derecho al voto, no he conseguido sacar en claro ningún programa electoral de ninguna ideología. Aunque pensándolo mejor, quizás así sea más fácil, el día después de las urnas, unirse, desunirse, coaligarse y/o enfrentarse con los que hasta ese momento han sido tus contrincantes con un supuesto programa electoral contrapuesto al suyo.
Sé que es duro y peligroso estar predispuesta al desengaño como yo lo estoy, con muchas personas opinando y pensando como yo peligraría nuestro actual sistema político pero, por mucho que lo intento, no dejo de entender que para no soltar la poltrona, se unan confesiones de extremos muy opuestos, y esto no son precisamente cargas eléctricas que se atraigan con facilidad.
Cuando has ido haciendo un pequeño seguimiento a determinados individuos metidos a políticos a lo largo de los tiempos, los ves como han ido cambiando de partido como quien cambia de ropa interior, no terminas de creer que lo que te están vendiendo en un mitin llegue a buen término en alguna ocasión.
Me preocupa y mucho, que las decisiones tan importantes en este país, las tomen una mayoría simple de los que tenemos derecho a elegir, que cada vez sea menor el índice de participación en las urnas, que cada vez se disparen más los índices de abstención en los jóvenes (que por otra parte supongo que debieran ser los más interesados en estrenarse en estas lides), que los partidos más votados no sean los verdaderamente elegidos y así podríamos analizar más y más aspectos.
Volviendo a lo que centraba estas líneas, ha arrancado ya una nueva campaña electoral. Me gustaría pedir (como cuando hacemos la carta a los Reyes Magos) que por fin ésta sea eso mismo y no otra cosa, que me planteen opciones y proyectos claros para que yo pueda elegir y decidir, que se invite desde todas las opciones políticas al voto, que no tengan que perder mi tiempo en escuchar sandeces de boca de aquellos a los que yo les pago el sueldo, en fin que de una vez tengamos una campaña electoral en condiciones.
2 comentarios
(--___--) -
daniel -