NACIONALISMOS E IZQUIERDAS....UNA VERDAD HISTÓRICA
Por Hideyoshi
Hace tiempo en un debate en canariasbruta se trato de poner en tela de juicio la posible existencia de un nacionalismo de izquierdas, yo prometí hacer una argumentación de que históricamente sí se ha dado y de cómo además surgió previamente al de derechas…como lo prometido es deuda….
El concepto de nación, tal como hoy lo entendemos y no como una mera propiedad en manos de un monarca, surge de la revolución francesa. El pueblo se presenta a partir de entonces como un actor válido para participar en el control del Estado. Atrás quedaban los ensayos norteamericanos, mucho más timoratos a este respecto (recordemos las palabras de Eric Hobswan que ponía entre los más conservadores personajes en París a gente como B. Franklin).
Llegaba la hora de que el gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo tomara un verdadero significado. Una vez movilizada a la plebe los más conservadores (girondinos) serán los que lleguen al poder, pero pronto (en las más difíciles circunstancias) llegaría la hora de las clases populares, los jacobinos subirían al poder, comenzaba la República francesa y con ella el primer gobierno moderno de Europa. Una visión nacionalista plenamente de izquierdas (comprendan que hablar de un pensamiento de izquierdas plenamente desarrollado es imposible, pero sí podemos hablar de un gobierno de izquierdas si con ello entendemos tendente a favorecer a las clases populares) y con una clara conciencia nacional….la pregunta sería ¿podemos por lo tanto decir que a diferencia de lo que en muchas ocasiones se plantea el primer nacionalismo surgido no es de derecha sino de izquierdas? La respuesta es claramente afirmativa. A diferencia de un nacionalismo de derechas el afán ecuménico de estos primeros momentos, ese afán de liberal a las masas del yugo nobiliario, va a ser una guía clara. Serán esas ideas defensoras de los intereses de la plebe las que guíen los movimientos de la llamada “Primavera de los pueblos” en 1848, tal vez la ocasión en la que una revolución internacional ha estado más a punto de llegar a buen puerto.
¿De dónde surge por lo tanto esa unión, aparentemente indisoluble, entre nacionalismo y pensamiento de derechas? La respuesta la encontramos en un análisis del propio siglo XIX y varios de sus factores:
-Por un lado tenemos el temor a la posible extensión de ideas consideradas peligrosas que tras las guerras napoleónicas se apoderó de toda Europa. Recordemos las palabras del reaccionario primer ministro inglés Castlereagh, que dirigió los destinos de Gran Bretaña durante la Restauración:
“El acuerdo existente entre las potencias es su única perfecta seguridad frente a las brasas revolucionarias que todavía existen más o menos en cada Estado de Europa; y…. es verdadera prudencia evitar las pequeñas discrepancias y mantenerse unidos para mantener los principios establecidos del orden social”.
Hemos de tener en cuenta el tradicional desprecio ingles por el absolutismo, pero el miedo a un desajuste social que alterara el equilibrio que para Europa planificaba era la mayor de sus preocupaciones.
-Por otro lado hemos de tener en cuenta que tras el fracaso de las ideas más tendentes a defender los intereses de las clases populares, y que por lo tanto podemos considerar de izquierdas, en las revoluciones de 1848 fue el turno de los nacionalismos moderados (liberales) que se mostraron más acertados a la hora de llevar a cabo la consecución de sus metas (claro ejemplos los encontramos en la unificación de Alemania y en la de Italia). Esto pudo hacer pensar que este era el único camino que se abría a todo aquel que quisiera el éxito de sus planteamientos nacionalistas.
-También hemos de tener en cuenta como desde mediados del siglo XIX se popularizan las ideas evolucionistas, que con su derivación en teorías radiológicas científicamente muy respetadas en aquel momento darán un elemento valiosísimo en la argumentación aportada por aquellos que defendieran este tipo de planteamientos. (Diferencias entre el maketo y el vasco de Arana)
-No nos hemos de olvidar de que es en este momento, segunda mitad del siglo XIX, cuando la Historia entra a formar parte del corpus de ciencias respetables. Y será la argumentación de este tipo la que de también se sumen aquellos que quieran dotar de contenido a sus ideas nacionales, un claro ejemplo de ello es el nacionalismo español con la creación de sus mitos difundidos ya en esta época (Numancia, El Cid, La Reconquista,….) si bien en la mayor parte de los casos hablar de una nación en las épocas referidas es una quimera, sí es verdad que servían de ejemplos que por contener valores que pretendían ser universalmente aceptados pues tuvieron una utilidad clara.
Todos estos aspectos y otros muchos sirven para explicar el por qué desde la segunda mitad del siglo XIX será ese nacionalismo de derechas el dominante, si bien los ejemplos de nacionalismos de izquierda no desaparecerán, poniendo como claro ejemplo del mismo a Don Secundino Delgado, padre del nacionalismo canario.
6 comentarios
Uno ahí -
Los Estados-nación, como tales, son logro de los esfuerzos de la burguesía en su lucha por conquistar los poderes políticos, una vez dominada la esfera económica. De ahí las consiguientes revoluciones del XVIII y XIX, con excepciones (1848, comuna de París). La igualdad formal abanderada por éstos erradicó los estamentos e introdujo una nueva forma de jerarquización social más sutil, las clases sociales, marcadas por las diferencias económicas, pero también en arreglo a distinciones morales, tradicionales, atendiendo al estatus, etc... Este nacionalismo que por un lado pretende aglutinar a todos los que en mayor o menor medida comparten unas pautas culturales concretas que se pueden pretender unificar, por otra parte, responde también a la necesidad insaciable del capital de revestirse de espacios físicos en los que derramar la abundante producción que trajo consigo la progresiva industrialización, la necesidad de establecer unos mercados con consumidores fijos (los aglutinados en el Estado-nación), y además poner unas fronteras que regular a su antojo para proteger la producción propia de las foráneas, y permitir restricciones o entradas de personas, capitales, etc... a conveniencia.
De este modo, y a pesar de existir casos del bando ideológico contrario, como la propia URSS que de manera imperial emitía desde el Kremlin muchas de las pautas a seguir por las repúblicas satélites, que también, en mayor o menor medida, acataban o se revelaban, sirvan Cuba o la Yugoslavia de Tito como ejemplos de disidencia. Hoy también hay ejemplos del llamado nacionalismo de clase, sobre todo en los más recientes movimientos anti-imperialistas en América Latina, que además sirven como contraejemplos de lo dicho, con conductas como la generalización de políticas sociales que promueven, en especial a las minorías indígenas del continente.
Puestos a enfatizar y a sacar conclusiones, veo en el término nación determinadas acepciones y confusiones que creo preciso desterrar de los postulados de la izquierda. Por un lado, la búsqueda de homogeneización de la "ciudadanía" contenida en el Estado es un elemento cuestionable, pues tiende, peligrosamente, a meter en el mismo saco a grupos sociales tendencialmente diferentes, antagónicos, mediante la unificación para la consecución teórica de un mismo fin, que no en todos, pero si en muchos casos, tiende a servir a los intereses de una minoría. Por otra parte, las instituciones, hoy globalmente en manos de la clase gerencial, desnaturalizan la identidad y las pautas culturales revirtiendo su naturaleza y poniéndola al servicio de sus propios intereses, (y ejemplos de folclorismo y guanchismo en Canarias no faltan con la Coalición). Las concepciones, por otra parte, fronterizas de determinados nacionalismos chocan de frente con derechos fundamentales del hombre y plantean serios conflictos que polarizan determinadas pensamientos nacionalistas orientados a la izquierda, haciendo que difícilmente se lograrán casar. Pero todo esto no debe hacer obviar los importantes ejemplos que existen de nacionalismo integrador, o las novedosas incorporaciones que la historia pueda registrar. Ningún término está cerrado.
En definitiva, y enfocando el tema desde un plano mucho más personal, el nacionalismo como tal, triunfó; porque ya hoy no lo hace, debido a la creciente necesidad de ampliar mercados, lo que provoca que las naciones actuales renuncien a determinadas cotas de soberanía a cambio de tratados de libre comercio que permitan reproducirse al agonizante capitalismo unos años más. Incluso en sus peores tiempos, recién acabada la segunda Guerra Mundial, la nación política se convirtió en el objeto beneficiario de todas las medidas keynesianas utilizadas para frenar los brotes revolucionarios que se estallaban a lo largo del planeta. Por estos motivos, yo, a la sombra de eso que llamamos izquierda, y a título personal, me abstengo de utilizar muchos de los términos que esboza el nacionalismo, e incluso me permito condenarlos. En estos tiempos de conflicto latente, sobre todo en este mundo desarrollado del que formamos parte, aunque sea en nuestro caso concreto puestos al "Sur del Norte", al costado occidental e insular de África, procuro no identificarme con muchos de sus símbolos. Para referirme a los que habitan mi país geográfico, Canarias, hablo de Pueblo y no de nación, ya que esta definición la daría un Estado aplicado a las Islas que hoy no existe, y que si existiera, gustaría de no repetir los errores del pasado. El Pueblo canario existe y aventaja a la nación en que su conformación no depende estrictamente de una serie de supuestos legales, y sí de los culturales, hoy innegables. Por otra parte, la dinámica más común de los Estados-nación suelen influenciar, y en muchos casos dificultar el proceso natural de mestizaje del que precisan los grupos culturales para reproducirse y solidificarse, y marginar la creatividad concebida desde la propia cultura siempre que se desvíe de los oficialismos. Por otro lado, también existe cierta tendencia a interrumpir los procesos naturales de conformación de las identidades de los Pueblos colindantes. En definitiva, de lo que hablo es de Estados que no precisen de la difusión, muchas veces coactiva de determinadas formas de cultura para su supervivencia, y del respeto y la igualdad formal y práctica de las identidades para la reproducción de la cultura propia sin menoscabar el resto, de la integración en todos sus sentidos, pero sobre todo enfocada desde la participación social. Y como no, todo ello sustentándose en los pilares del derecho de autodeterminación como una expresión más de la justicia social que pretendemos.
hideyoshi -
Anónimo -
Gran coartada la del IMPERIALISMO para desmantelar la capacidad de los estados pobres deñl Sur para legislar para su nación, sin servidumbres.
Fernando -
¿Y Evo Morales?
Son nacionalistas de izquierdas.
Los hidrocarburos, en Bolivia, han sido
"nacionalizados". Otra cosa es que Lenin no tragara los nacionalismos, pero por desconocer que la lógica nacionalista del Tercer Mundo no es imperialista, como la URSS.
Saludos
hideyoshi -
Agapito -