La guerra antiterrorista o de cómo matar moscas a cañonazos.
(Por Hideyoshi)
Con el presente artículo no pretendo, ni mucho menos, sentar cátedra acerca de un tema tan discutible y discutido como éste. Simple y llanamente pretendemos dar un punto de vista más y una serie de datos que, como todo, está sujeto a debate.
Tal vez, uno de los hitos que podemos marcar como comienzo de este análisis de la evolución de la política exterior americana sea el discurso que, en su mensaje anual al congreso, dio el presidente de los Estados Unidos de América, el republicano James Monroe el 2 de diciembre de 1823. En él, frente a una Europa que, tras la caída de Napoleón, volvía a los principios absolutistas con el congreso de Viena, animaba al continente americano a preservarse en revolución contra nuevas intervenciones europeas. Erigiéndose, interesadamente, los Estados Unidos de América como defensor ante posibles intrusiones europeas todo ello en el marco de la independencia de gran parte de la América latina y con un espíritu claramente aislacionista, que llevaba a los americanos a desinteresarse por los asuntos europeos (aislacionismo que será vigente hasta después de la 2ª Guerra Mundial).
Un segundo momento, dentro de esta gran primera parte de la política exterior norteamericana que durará hasta finales de la 2ª Guerra Mundial y que se caracteriza por el aislacionismo frente a Europa, lo marcan las propuestas de otro presidente republicano de los EUA, Richard Olney. En el siglo XIX, los EUA irán desbancando lentamente a Gran Bretaña como gran potencia industrial mundial. La I y II Revolución industrial llevó consigo una cada vez mayor necesidad de materias primas y mercados, que tuvo como consecuencia lógica el colonialismo decimonónico. En éste es en el contexto en el que nos encontramos cuando Richard Olney propone, dando un nuevo matiz a la doctrina Monroe, el dominio norteamericano sobre el continente, enfocado hacia América Latina en un política caracterizada por la diplomacia del dolar. Los EUA comienzan a intervenir en las políticas de los países de la zona de América Latina, estableciendo gobiernos títeres que seguían las directrices marcadas desde Washington. Una política intervencionista que será una constante a partir de ese momento y que despertará movimientos antinorteamericanos entre los que destacaremos, por poner un ejemplo de todos conocido, el liderado por Sandino en Nicaragua de 1926 a 1933.
Bien es cierto que esta política aislacionista, con respecto a Europa, irá evolucionando al ponerse en contacto con la realidad internacional y al cambiar la situación política y económica norteamericana (fin de la conquista del Oeste y cada vez mayor supremacía económica mundial). Estos cambios se palpan en su participación en la Conferencia de Berlín (1884-1885) para el reparto de África y su participación en la 1ª Guerra Mundial. Aunque todo ello no debe hacernos pensar que el aislacionismo no seguía plenamente vigente, como demostraron su negativa a participar en 1910 en la Sociedad de Naciones (que recordaremos que fue creada a iniciativa del presidente de los Estados Unidos, el demócrata, W. Wilson) y firmar el Tratado de Versalles.
No, la política exterior norteamericana (que seguirá viendo América Latina como su feudo personal) sólo cambiará con la amenaza germano-nipona y su recuperación tras el crack del 29, le harán ver todo lo que la 2ª Guerra Mundial ponía en juego dentro del mapa político mundial una vez analizadas las consecuencias de la Gran Guerra. Es a partir de este momento, cuando los EUA abandonan definitivamente su aislacionismo y pasa a un marcado intervencionismo internacional, ya no sólo circunscrito al área de América Latina. Se inauguró una nueva época en la que: la abierta competencia con el régimen pseudo-comunista de la URSS y sus aliados, la teoría del dominó y los intereses económicos estadounidenses se entremezclaron para condicionar una política exterior marcada, en toda la segunda mitad del siglo XX, por el intervencionismo. Usando tácticas que, vistas desde una perspectiva histórica, en nada difieren (e incluso superan) a las usadas por el actualmente denominado terrorismo internacional.
Un clarísimo ejemplo de ello fue una institución, establecida en Panamá en 1946 y trasladada a Fort Benning en Georgia en 1984, conocida como: La Escuela de las Américas o SOA (sus siglas en inglés) y que actualmente ha cambiado su nombre por el de Instituto del Hemisferio Occidental para la Cooperación en Aspectos de Seguridad o WHISC.
Esta organización se dedicaba a entrenar a soldados latinoamericanos en técnicas de combate, tácticas de comando, tácticas de tortura. Cientos de miles de latinoamericanos han ido torturados, violados o asesinados por algunos de los más de 61000 soldados y oficiales que han pasado por la Escuela de las Américas desde su apertura. Entre cuyos alumnos destacan Leopoldo Galtieri en Argentina , donde la dictadura acabó con miles de ciudadanos, o Augusto Pinochet en Chile, cuyas atrocidades son de todos conocidas. Los miembros del SOA persiguen a educadores, organizadores de sindicatos, trabajadores, religiosos, líderes estudiantiles, campesinos revolucionarios,
El presidente de Panamá Jorge Illueca describió a la SOA como: la fase más grande para la desestabilización en América Latina. Pero nosotros no lo limitaríamos a esta zona, sino a nivel mundial Desde el final de la 2ª G. M., el intervencionismo norteamericano ha puesto en el poder, en base a sus intereses estratégicos y económicos (ellos que ahora se vanaglorian de ser y se erigen como defensores de la libertad y la Democracia).
Se han encargado de poner y deponer gobiernos y, por destacar algunos ejemplos, destacaremos: Mobutu en el Congo, que prohibió las actividades políticas y mandó asesinar a miles de personas. Brasil donde un golpe de estado, promovido desde los EUA, acabó con el, elegido democráticamente gobierno de Joao Goulart por sus tendencias izquierdistas. Para poner en su lugar una dictadura militar caracterizada por sus crueles torturas y su política de terror y asesinatos. Pol Pot y los jemeres rojos de Camboya que exterminaron a millones de camboyanos o Indonesia donde el general Suharto estableció otra dictadura acabando con un régimen democrático.
Todo ello sin olvidar su apoyo a Saddam Husseim durante años, a Arabia Saudí (un lugar donde aún hoy, según Amnistía Internacional, mueren lapidadas mujeres, que además carecen de derecho al voto). Kuwait (nuestro simpático amigo en oriente es otro de los que niega el voto a las mujeres) o por qué no hacer referencia a que ellos fueron los primeros en hacer del 11-S una fecha fatídica, fue en 1973 un alumno aventajado de la Escuela de las Américas, Augusto Pinochet, tornó en pesadillas los sueños democráticos de millones de chilenos y de Allende.
No queremos, ni mucho menos, hacer campaña antiamericanista (aunque equivocadamente pueda parecerlo) y nos negamos a creer que un país que dio a luz a gente tan sobresaliente y crítica como: Martin Luther King, Hemingway, J. Steinbeck o el propio Michael Moore (cuyos libros recomendamos desde aquí) sea un reducto de gente mala que sólo quieren dominar el mundo. No, creemos que el estadounidense medio es víctima de varios factores:
1º.- Unos medios de comunicación más interesados en crear un clima de miedo constante que en informar.
2º.- Un sistema político viciado (falto de un soplo de aire fresco) donde la carrera a la Casa Blanca sea una lucha por conseguir donativos de las grandes empresas que como nuevos Faustos condenan a los candidatos a seguir sus directrices e intereses (en muchos por no decir todos, los casos comunes pues los altos cargos de los partidos suelen tener acciones en las mismas).
3º .- La hipocresía política de sus dirigentes que esconden sus desatinos económicos (escándalo ENRON o la cada vez menor ayuda social, calidad de los servicios sanitarios y de enseñanza, etc.) en una cortina de humo que distraiga al pueblo de los verdaderos problemas con guerras como la de Iraq o Afganistán que bajo la falsa bandera de acciones humanitarias buscan más la función de pan y circo de los emperadores romanos, es decir, distraer a la mayoría de los estadounidenses de sus verdaderas intenciones (tener una influencia mayor en la zona que más petróleo produce a nivel mundial o evitar explicaciones como la de por qué miles de trabajadores de la empresa ENRON se quedaron sin pensiones ni trabajo mientras que a la misma vez que la empresa quebraba, los directivos entre los que se encuentran amigos íntimos de Bush como Kenneth Lay- se hacían de oro vendiendo sus acciones, bajo la pasiva mirada del Gobierno).
Nos molesta la hipocresía de un gobierno más preocupado en idiotizar al americano medio para poder venderle una imagen del mundo dividido entre buenos y malos. Sin explicarle que esos malos antes, cuando servían a sus intereses no lo eran; o nos hemos olvidado de quién ayudó a Saddam Husseim, de cómo el gobierno talibán recibía ayuda económica de los EUA hasta el año 2000, de cómo representantes de este gobierno acudían a Tejas (antiguo estado mandado por Bush) a negociar hasta poco antes de la masacre del 11 de Septiembre del 2001 o de los múltiples intereses de la famlia Bin Laden en los EUA . No hemos olvidado.
Nos molesta que alguien que controla armas de destrucción masiva y que ha depuesto tantos gobiernos elegidos democráticamente por otros dictatoriales que servían a sus intereses, se autoproclame defensor de la democracia y la libertad, pues, al hacerlo, ensucia su nombre.
Nos molesta que se nos oculten verdades y vendan mentiras, que nos convenzan de la necesidad de emprender una guerra santa contra el terrorismo internacional, que no decimos que no sea necesaria, pero que en realidad sólo oculta unas guerras de ocupación cuyos fines y causas poco tienen que ver con los que se nos trasmiten.
Nos molesta y preocupa, en definitiva, que bajo la apariencia de una nueva Cruzada de buenos contra malos, del cristianismo contra el Islam, se masacre a población civil e ignore y justifique el sufrimiento de las personas de estos países. Pues al fin y al cabo, aún siendo verdad las mentiras que nos cuentan, la guerra antiterrorista no sería sino un intento de matar moscas a cañonazos.
Con el presente artículo no pretendo, ni mucho menos, sentar cátedra acerca de un tema tan discutible y discutido como éste. Simple y llanamente pretendemos dar un punto de vista más y una serie de datos que, como todo, está sujeto a debate.
Tal vez, uno de los hitos que podemos marcar como comienzo de este análisis de la evolución de la política exterior americana sea el discurso que, en su mensaje anual al congreso, dio el presidente de los Estados Unidos de América, el republicano James Monroe el 2 de diciembre de 1823. En él, frente a una Europa que, tras la caída de Napoleón, volvía a los principios absolutistas con el congreso de Viena, animaba al continente americano a preservarse en revolución contra nuevas intervenciones europeas. Erigiéndose, interesadamente, los Estados Unidos de América como defensor ante posibles intrusiones europeas todo ello en el marco de la independencia de gran parte de la América latina y con un espíritu claramente aislacionista, que llevaba a los americanos a desinteresarse por los asuntos europeos (aislacionismo que será vigente hasta después de la 2ª Guerra Mundial).
Un segundo momento, dentro de esta gran primera parte de la política exterior norteamericana que durará hasta finales de la 2ª Guerra Mundial y que se caracteriza por el aislacionismo frente a Europa, lo marcan las propuestas de otro presidente republicano de los EUA, Richard Olney. En el siglo XIX, los EUA irán desbancando lentamente a Gran Bretaña como gran potencia industrial mundial. La I y II Revolución industrial llevó consigo una cada vez mayor necesidad de materias primas y mercados, que tuvo como consecuencia lógica el colonialismo decimonónico. En éste es en el contexto en el que nos encontramos cuando Richard Olney propone, dando un nuevo matiz a la doctrina Monroe, el dominio norteamericano sobre el continente, enfocado hacia América Latina en un política caracterizada por la diplomacia del dolar. Los EUA comienzan a intervenir en las políticas de los países de la zona de América Latina, estableciendo gobiernos títeres que seguían las directrices marcadas desde Washington. Una política intervencionista que será una constante a partir de ese momento y que despertará movimientos antinorteamericanos entre los que destacaremos, por poner un ejemplo de todos conocido, el liderado por Sandino en Nicaragua de 1926 a 1933.
Bien es cierto que esta política aislacionista, con respecto a Europa, irá evolucionando al ponerse en contacto con la realidad internacional y al cambiar la situación política y económica norteamericana (fin de la conquista del Oeste y cada vez mayor supremacía económica mundial). Estos cambios se palpan en su participación en la Conferencia de Berlín (1884-1885) para el reparto de África y su participación en la 1ª Guerra Mundial. Aunque todo ello no debe hacernos pensar que el aislacionismo no seguía plenamente vigente, como demostraron su negativa a participar en 1910 en la Sociedad de Naciones (que recordaremos que fue creada a iniciativa del presidente de los Estados Unidos, el demócrata, W. Wilson) y firmar el Tratado de Versalles.
No, la política exterior norteamericana (que seguirá viendo América Latina como su feudo personal) sólo cambiará con la amenaza germano-nipona y su recuperación tras el crack del 29, le harán ver todo lo que la 2ª Guerra Mundial ponía en juego dentro del mapa político mundial una vez analizadas las consecuencias de la Gran Guerra. Es a partir de este momento, cuando los EUA abandonan definitivamente su aislacionismo y pasa a un marcado intervencionismo internacional, ya no sólo circunscrito al área de América Latina. Se inauguró una nueva época en la que: la abierta competencia con el régimen pseudo-comunista de la URSS y sus aliados, la teoría del dominó y los intereses económicos estadounidenses se entremezclaron para condicionar una política exterior marcada, en toda la segunda mitad del siglo XX, por el intervencionismo. Usando tácticas que, vistas desde una perspectiva histórica, en nada difieren (e incluso superan) a las usadas por el actualmente denominado terrorismo internacional.
Un clarísimo ejemplo de ello fue una institución, establecida en Panamá en 1946 y trasladada a Fort Benning en Georgia en 1984, conocida como: La Escuela de las Américas o SOA (sus siglas en inglés) y que actualmente ha cambiado su nombre por el de Instituto del Hemisferio Occidental para la Cooperación en Aspectos de Seguridad o WHISC.
Esta organización se dedicaba a entrenar a soldados latinoamericanos en técnicas de combate, tácticas de comando, tácticas de tortura. Cientos de miles de latinoamericanos han ido torturados, violados o asesinados por algunos de los más de 61000 soldados y oficiales que han pasado por la Escuela de las Américas desde su apertura. Entre cuyos alumnos destacan Leopoldo Galtieri en Argentina , donde la dictadura acabó con miles de ciudadanos, o Augusto Pinochet en Chile, cuyas atrocidades son de todos conocidas. Los miembros del SOA persiguen a educadores, organizadores de sindicatos, trabajadores, religiosos, líderes estudiantiles, campesinos revolucionarios,
El presidente de Panamá Jorge Illueca describió a la SOA como: la fase más grande para la desestabilización en América Latina. Pero nosotros no lo limitaríamos a esta zona, sino a nivel mundial Desde el final de la 2ª G. M., el intervencionismo norteamericano ha puesto en el poder, en base a sus intereses estratégicos y económicos (ellos que ahora se vanaglorian de ser y se erigen como defensores de la libertad y la Democracia).
Se han encargado de poner y deponer gobiernos y, por destacar algunos ejemplos, destacaremos: Mobutu en el Congo, que prohibió las actividades políticas y mandó asesinar a miles de personas. Brasil donde un golpe de estado, promovido desde los EUA, acabó con el, elegido democráticamente gobierno de Joao Goulart por sus tendencias izquierdistas. Para poner en su lugar una dictadura militar caracterizada por sus crueles torturas y su política de terror y asesinatos. Pol Pot y los jemeres rojos de Camboya que exterminaron a millones de camboyanos o Indonesia donde el general Suharto estableció otra dictadura acabando con un régimen democrático.
Todo ello sin olvidar su apoyo a Saddam Husseim durante años, a Arabia Saudí (un lugar donde aún hoy, según Amnistía Internacional, mueren lapidadas mujeres, que además carecen de derecho al voto). Kuwait (nuestro simpático amigo en oriente es otro de los que niega el voto a las mujeres) o por qué no hacer referencia a que ellos fueron los primeros en hacer del 11-S una fecha fatídica, fue en 1973 un alumno aventajado de la Escuela de las Américas, Augusto Pinochet, tornó en pesadillas los sueños democráticos de millones de chilenos y de Allende.
No queremos, ni mucho menos, hacer campaña antiamericanista (aunque equivocadamente pueda parecerlo) y nos negamos a creer que un país que dio a luz a gente tan sobresaliente y crítica como: Martin Luther King, Hemingway, J. Steinbeck o el propio Michael Moore (cuyos libros recomendamos desde aquí) sea un reducto de gente mala que sólo quieren dominar el mundo. No, creemos que el estadounidense medio es víctima de varios factores:
1º.- Unos medios de comunicación más interesados en crear un clima de miedo constante que en informar.
2º.- Un sistema político viciado (falto de un soplo de aire fresco) donde la carrera a la Casa Blanca sea una lucha por conseguir donativos de las grandes empresas que como nuevos Faustos condenan a los candidatos a seguir sus directrices e intereses (en muchos por no decir todos, los casos comunes pues los altos cargos de los partidos suelen tener acciones en las mismas).
3º .- La hipocresía política de sus dirigentes que esconden sus desatinos económicos (escándalo ENRON o la cada vez menor ayuda social, calidad de los servicios sanitarios y de enseñanza, etc.) en una cortina de humo que distraiga al pueblo de los verdaderos problemas con guerras como la de Iraq o Afganistán que bajo la falsa bandera de acciones humanitarias buscan más la función de pan y circo de los emperadores romanos, es decir, distraer a la mayoría de los estadounidenses de sus verdaderas intenciones (tener una influencia mayor en la zona que más petróleo produce a nivel mundial o evitar explicaciones como la de por qué miles de trabajadores de la empresa ENRON se quedaron sin pensiones ni trabajo mientras que a la misma vez que la empresa quebraba, los directivos entre los que se encuentran amigos íntimos de Bush como Kenneth Lay- se hacían de oro vendiendo sus acciones, bajo la pasiva mirada del Gobierno).
Nos molesta la hipocresía de un gobierno más preocupado en idiotizar al americano medio para poder venderle una imagen del mundo dividido entre buenos y malos. Sin explicarle que esos malos antes, cuando servían a sus intereses no lo eran; o nos hemos olvidado de quién ayudó a Saddam Husseim, de cómo el gobierno talibán recibía ayuda económica de los EUA hasta el año 2000, de cómo representantes de este gobierno acudían a Tejas (antiguo estado mandado por Bush) a negociar hasta poco antes de la masacre del 11 de Septiembre del 2001 o de los múltiples intereses de la famlia Bin Laden en los EUA . No hemos olvidado.
Nos molesta que alguien que controla armas de destrucción masiva y que ha depuesto tantos gobiernos elegidos democráticamente por otros dictatoriales que servían a sus intereses, se autoproclame defensor de la democracia y la libertad, pues, al hacerlo, ensucia su nombre.
Nos molesta que se nos oculten verdades y vendan mentiras, que nos convenzan de la necesidad de emprender una guerra santa contra el terrorismo internacional, que no decimos que no sea necesaria, pero que en realidad sólo oculta unas guerras de ocupación cuyos fines y causas poco tienen que ver con los que se nos trasmiten.
Nos molesta y preocupa, en definitiva, que bajo la apariencia de una nueva Cruzada de buenos contra malos, del cristianismo contra el Islam, se masacre a población civil e ignore y justifique el sufrimiento de las personas de estos países. Pues al fin y al cabo, aún siendo verdad las mentiras que nos cuentan, la guerra antiterrorista no sería sino un intento de matar moscas a cañonazos.
3 comentarios
tania hermosilla -
Lupita. Canari@ en alguna parte.... -
Javier. Canario en Madrid -
La valía de artículos como este, nos hace reflexionar a los que siendo de ahí, estamos fuera.