Para canarios en el extranjero, Viera y Clavijo
(por P. Tacoronte)
Ya estamos al tanto. Algunos de los caminos o de los recursos teóricos para abordar la cuestión de la identidad no nos valen. Ya no de nuevo el discurso de una esencia intemporal. Identificar lo "canario" o lo "alemán" o lo "europeo" con éste o el otro rasgo definitorio, con esta esencia y estas cualidades. Ya no. Tampoco el truco decimonónico de la identificación con una lengua o el modelo rápido del ya en transformación Estado-Nación. Tampoco el de un macrosujeto, la comunidad como un dinosaurio con cabeza y extremidades. Ese sujeto está muy fechado por la modernidad occidental o, digamos, por el humanismo. ¿Cómo dar cuenta entonces de una singularidad que se impone? No sólo para encontrar la red conceptual que aglutine los datos históricos dispersos, sino para plantar cara al futuro.
Los caminos por los que decir la identidad que se han bloquedado no significan el descarte de la cuestión de la identidad. Quien dice "eso es un debate superado en tiempos de la globalización" tiene que escuchar todavía varias objeciones: "superar" quiere decir que algo ya "no es", es decir, permanece en el juego de la adjudicación de un ser, de una identidad. Las palabras "sí" o "no" no pueden utilizarse sin la identidad de aquello que se afirma o niega. No hay fin en ningún caso para la cuestión, las cuestiones de identidad "se dicen de muchas maneras".
Bueno, digo ahora por qué este preámbulo para hablar de Viera y Clavijo, más bien para invocar su recuerdo. Quizá un modo no agotado ni pervertido de decir la identidad sea el acto, la acción de contar una historia. Responder al ¿quién eres? con una historia, un lugar-historia. El hecho mismo de contar como el momento provisional de una identidad. Provisionalidad que no significa arbitrariedad, capacidad de transformación que no significa olvido del pasado. Pues precisamente se cuenta una historia. Y ahí es donde la obra de Viera y Clavijo es ejemplar.
Hablo últimamente con varios amigos canarios que viven temporalmente en el extranjero, en Alemania, Bélgica, Francia, etc. Y llega un momento que en la conversación sorprenden con una inquietud semejante. La cuestión de la identidad, pendiente, sin respuesta. Verdadera cuestión, pregunta a la que no corresponde entera respuesta satisfactoria. La historia de Viera no es la solución, ni mucho menos. Pero es un acto de escritura en el que enganchar la tarea de nuestro propio acto de relatar y dar cuenta de la inquietud. Como la ayuda de un abuelo desaparecido que viene de improviso a la memoria. Recuerdos de lo nunca vivido, un "fenómeno saturado", como dice Marion, que excede cualquier saber mío, pero que actúa entero sobre mí sin saber.
Ya estamos al tanto. Algunos de los caminos o de los recursos teóricos para abordar la cuestión de la identidad no nos valen. Ya no de nuevo el discurso de una esencia intemporal. Identificar lo "canario" o lo "alemán" o lo "europeo" con éste o el otro rasgo definitorio, con esta esencia y estas cualidades. Ya no. Tampoco el truco decimonónico de la identificación con una lengua o el modelo rápido del ya en transformación Estado-Nación. Tampoco el de un macrosujeto, la comunidad como un dinosaurio con cabeza y extremidades. Ese sujeto está muy fechado por la modernidad occidental o, digamos, por el humanismo. ¿Cómo dar cuenta entonces de una singularidad que se impone? No sólo para encontrar la red conceptual que aglutine los datos históricos dispersos, sino para plantar cara al futuro.
Los caminos por los que decir la identidad que se han bloquedado no significan el descarte de la cuestión de la identidad. Quien dice "eso es un debate superado en tiempos de la globalización" tiene que escuchar todavía varias objeciones: "superar" quiere decir que algo ya "no es", es decir, permanece en el juego de la adjudicación de un ser, de una identidad. Las palabras "sí" o "no" no pueden utilizarse sin la identidad de aquello que se afirma o niega. No hay fin en ningún caso para la cuestión, las cuestiones de identidad "se dicen de muchas maneras".
Bueno, digo ahora por qué este preámbulo para hablar de Viera y Clavijo, más bien para invocar su recuerdo. Quizá un modo no agotado ni pervertido de decir la identidad sea el acto, la acción de contar una historia. Responder al ¿quién eres? con una historia, un lugar-historia. El hecho mismo de contar como el momento provisional de una identidad. Provisionalidad que no significa arbitrariedad, capacidad de transformación que no significa olvido del pasado. Pues precisamente se cuenta una historia. Y ahí es donde la obra de Viera y Clavijo es ejemplar.
Hablo últimamente con varios amigos canarios que viven temporalmente en el extranjero, en Alemania, Bélgica, Francia, etc. Y llega un momento que en la conversación sorprenden con una inquietud semejante. La cuestión de la identidad, pendiente, sin respuesta. Verdadera cuestión, pregunta a la que no corresponde entera respuesta satisfactoria. La historia de Viera no es la solución, ni mucho menos. Pero es un acto de escritura en el que enganchar la tarea de nuestro propio acto de relatar y dar cuenta de la inquietud. Como la ayuda de un abuelo desaparecido que viene de improviso a la memoria. Recuerdos de lo nunca vivido, un "fenómeno saturado", como dice Marion, que excede cualquier saber mío, pero que actúa entero sobre mí sin saber.
52 comentarios
magec -
magec -
Les leo siempre. Me hago ahora legible para darte las gracias por compartir estas interesantes reflexiones. Las estoy aprovechando con avidez, igual que las del resto de contertulios.
Si "la cuestión" no está resuelta, habrá que trabajar en ella hasta resolverla. No es un tema banal.
Un saludo a todos desde Europa.
Anónimo -
Ivan -
Anonimo, tambien estoy de acuerdo, los terminos "izquierda" y "derecha" hace rato que no sirven mas que para diferenciar una mano de la otra. Como tu apuntas, yo no diria que el psoe sea izquierda en sentido tradicional (un sentido que ya no tiene sentido). Es de izquierdas el laborismo de Blair?
daniel -
Anónimo -
Ivan -
Ah! y muchos saludos a Masha =)
Masha -
Bethencourt (para Masha) -
Philippe Tacoronte -
Luis -
Anónimo -
Anónimo -
Philippe Tacoronte -
Philippe Tacoronte -
Bethencourt (a Anónimo-3) -
Sin más, me despido cordialmente con la esperanza de que reflexiones y te des cuente de que esta bitácora no ha sido creada para dar rienda suelta a las reacciones viscerales que nos invadan en cada momento. Sino para debatir DESDE EL RESPETO. No confundas, amigo Anónimo, la ironía con el insulto: ni tienen nada que ver, ni tal confusión deja en buen lugar a quien se ve presa de ella.
Atentamente,
A. Bethencourt.
Luis -
Bethencourt (a Anónimo-2) -
Partiendo de esa base, te agradezco que hayas detectado ese rasgo en mi forma de expresión: siempre he admirado a escritores como Alonso Quesada o Antón Chéjov, verdaderos maestros en el uso de la ironía.
Bethencourt (a Anónimo) -
En primer lugar, calificar de hipocresía el acto de una persona, es descalificar moralmente ese acto. Eso que comúnmente hablando llamamos una falta de respeto. Y me parece que tu reacción define bien a las claras, tu modo de "dialogar": ¿Cómo puede estimarme alguien que no está de acuerdo conmigo? Pues mira por donde, Anónimo, te estimo incluso más por no estar de acuerdo conmigo, y esto es así porque, poniendo en cuestión lo que yo pienso, me obligas a replantearme las cuestiones. Razón de más para estimarte.
Dices, en otro momento, que no sabes si "me cabrea algo más". ¿A qué te refieres? Yo, debatiendo, no suelo cabrearme, la verdad sea dicha. Y como aún tengo esperanza de que podamos debatir como personas que se respetan, te pregunto: ¿a qué te refieres? ¿Por qué iba yo a estar cabreado contigo? ¿...?
Anónimo -
Bethencourt (2) -
Salud.
Bethencourt -
Hasta ahora, debatir contigo me ha resultado interesante: eres uno de nuestros lectores más críticos, y eso siempre es interesante. En esta ocasión, sin embargo, te has pasado de la raya. Dar rienda suelta a las descalificaciones personales no entra dentro de la filosofía de esta bitácora. Quede claro. Debatir contigo y con todos, hasta el infinito. Permitir descalificaciones personales, eso no.
Entremos en el asunto:
Dices que he interpretado mal tus palabras. Es posible. De hecho, hago algunas preguntas -en absoluto retóricas- con la esperanza de que me ayudes a encontrar la respuesta. Ahora, lo que me resulta más incomprensible es que hables de mis "interpretaciones subjetivas" como si pudiera haber una lectura fuera de la interpretación o de la subjetividad. Quedo a la espera de tus respuestas.
Por otro lado, dices que no defiendes una postura nacionalista. Bueno, yo no he dicho eso (te invito a que releas mis comentarios); pero aunque así fuera, me parecería tan bien como si defendieras una postura socialdemócrata, liberal, comunista o derecha conservadora. Yo lo único que le pido a alguien que se define como nacionalista o que habla de nacionalismo es que me diga de qué está hablando exactamente. De lo contrario -es lo que pretendía decir en mi anterior comentario- podemos estar hablando de todo y de nada al mismo tiempo. Y de paso, si me explicas lo que es el nacionalismo, pues ya me queda claro lo que es el falso nacionalismo.
Anónimo -
Bethencourt -
Un saludo.
Anónimo -
Ivan -
En cuanto a nuestro ser europeos, es un fenomeno curioso. Personalmente, al moverme por Europa me siento perfectamente integrado, pero no del todo en casa. Casa es Canarias. El ser canario es algo que pertenece a lo emotivo (sin por ello dejar de racionalizarlo); el ser europeo, con su innegable carga emotiva, viene a ser algo en gran medida casi instrumental.
Anónimo -
perera -
Tacoronte -
perera -
Nancy (perera) -
Nancy (perera) -
Philippe Tacoronte -
Philippe Tacoronte -
Masha (gracias de nuevo):
Sí, creo que se puede evitar el estado-nación en el pensamiento de la comunidad. Me recuerda un amigo que ha sucedido a lo largo de la historia en otras culturas. El modelo del estado-nación tendrá unos 500 años.
Y sí, construímos continuamente la identidad, pero toda cultura es construcción. No hay una verdad natural a la que oponer la cultura en tanto invención y construcción.
P. Tacoronte -
3-Es cierto, no es nada original; pero no pretendo que lo sea, ni encuentro valor en que lo fuese. Son idea muy próximas a lo que Paul Ricoeur dijo hace tiempo. Pero ¿puedo pasar de considerarlo como erudi´ción libresca y ayudarme de ello para encarar mis problemas, que quizá comparto con otros canarios o con cualquier otro? Por cierto, lo de la "originalidad" como valor pertenece bastante al sujeto propietario del XIX, poco proclive a compartir hasta sus ideas...
Philippe T. -
1-El discurso nacionalista de ERC, por ejemplo, sigue construyéndose con las alusiones tópicas del romanticismo del XIX. No creo que un lenguaje nuevo sobre la identidad haya calado en la política.
2-"Relato colectivo": no pensar la comunidad como un supersujeto propietario no significa que pierda el recurso del plural de la gramática. Basta que diga "dos hombres juntos" en vez de uno para que me refiera a un grupo, a una unión de elementos individuales. Lo mismo con la palabra "colectivo" o "comunidad"
Philippe Tacoronte -
1-Yo también creo que se puede seguir hablando de lo "canario", por supuesto, pero veo peligros en pensarlo como una esencia, como una entidad inmutable y definible como suma de rasgos en torno a una idea central. Así se han pensado las identidades europeas (y el sujeto occidental) más o menos desde la modernidad, y los resultados en el siglo d elas Guerras a la vista están. El gran Sujeto de la nación alemana,pensado en el XIX como Idea no aceptó las diferencias, ni la contaminación. Y la idea o la esencia sólo es invariable si se mantiene pura.
Masha -
Gracias
daniel -
"¿Y la identidad, dije?
Contestó: autodefensa... Dada en el nacimiento, la identidad es finalmente moldeada por quien la lleva, no es herencia.Soy el múltiple...En mí, mi afuera renovado. Pero pertenezco a la interrogación de la víctima"
"Resulta que una periferia avanza, que un centro retrocede. Oriente no es totalmente Oriente, ni Occidente, Occidente.Y la identidad es abierta y múltiple.
No es ciudadela ni trinchera"
Uf...
daniel -
Masha -
Anónimo -
Anónimo -
Anónimo -
Anónimo -
Tacoronte -
Philippe Tacoronte -
Daniel, iré a ese texto de Wu Ming (ejemplo, por cierto, de autoría e identidad como más-de-uno en el mismo nombre). Gracias.
daniel -
Vaya torrija... Saludos de nuevo.
Anónimo -
y por favor no dejes/n de leer esta entrevista al colectivo Wu Ming. Y después hablamos. Muchas de las cosas que se apuntan en estos textos pueden ser muy útiles para tratar de explicar "una identidad que se relata (o que se canta)". La línea que planteas Philippe es muy , pero que muy interesante...Saludos.
perera -
La otras cuestiones que lanzas también, pero esa en concreto me sigue pareciendo un giro radical en la manera de RELATAR la identidad canaria.
A pesar de que es un aspecto planteado en alguna conversación, se me pone ante la cara esto cuando escribo en torno a "La comunidad inconfesable" de Nancy. Dando la mano a Bataille, nos dice que un pensamiento del sujeto MALdice un reflexionar sobre la comunidad (es una total "simplificación", por decirlo de esta manera).
Quizás me sigue pareciendo un giro radical en nuestra manera de plantear la identidad, porque (tal vez) es una forma de concebir Canarias (y la identidad de otros pueblos) que todavía no hemos dejado atrás; que nos cuesta mucho dejar atrás.
Personalmente, en mí, me parece una revolución en tanto en cuanto (me) revoluciona los esquemas mentales en los que estamos (o hemos estado) instalados.
Hay otras ideas que podríamos recalcar, pero dejémoslo por aquí; por ahora. Salud, mucha.
Phlippe Tacoronte -
hideyoshi -