EL POCO CONOCIDO LUIS BENÍTEZ INGLOTT
(Por Perera)
LUIS BENÍTEZ INGLOTT nació en Las Palmas de Gran Canaria el 23 de enero de 1895. Estudió el bachillerato en el Colegio de San Agustín y obtuvo la licenciatura de Derecho en la Universidad de Oviedo en el año 1915.
Desde muy joven cultivó con éxito el periodismo y la poesía. Formó parte del grupo capitaneado por Tomás Morales, Alonso Quesada y Saulo Torón. En 1920 marchó a París, donde residió una temporada. En París tuvo Luis Benítez ocasión de relacionarse con el gran poeta Milosz (al que escribió un poema en la revista La Rosa de los Vientos) y con otros escritores como Porto-Riche, Miomandre, Martinenche y Ventura García Calderón, el peruano.
Varias veces viajó por el extranjero. En Madrid frecuentó las tertulias del Ateneo, La Granja, Regina y Lion dOr, en las que le introdujeron Claudio de la Torre y Enrique Díez-Canedo. Trató en ellas a figuras como Valle-Inclán, Pedro Salinas, Victorio Macho, Araquistain, Azaña, García Bilbao, Alfonso Reyes, Juan Ramón Jiménez, Gabriel Miró, Antonio Espina, Antonio Machado, Domenchina, Max Aub, García Lorca o el chileno Augusto DHalmar.
Colaboró en las siguientes revistas literarias: España, Internacional, La Pluma, Vértice, Ultra (al movimiento que representaba esta última se adscribió Luis Benítez por algún tiempo) y la siempre interesante y llamativa La Rosa de los Vientos canaria.
Poco antes de regresar a Las Palmas, en 1923, leyó en el Ateneo de Madrid el libro de poemas, único que se conoce de él, Poemas del mundo interior, de donde está sacado el que hoy ofrecemos. No se decidió a la publicación en aquellos momentos. Lo saca a la luz en el año 1965 (Ediciones del Excmo. Cabildo Insular de Gran Canaria, con prólogo del dramaturgo Juan Marrero Bosch).
Vuelve a la ciudad natal, dejó momentáneamente la ocupación poética para dedicarse al ejercicio de su carrera. Una dramática coyuntura de su vida le hizo retornar a los versos en 1937, y continuó escribiéndolos hasta 1944, cuando ya apenas se ocupó de poesía, pues desde entonces se entregó casi exclusivamente a colaborar en la prensa. Se consagra a la labor de redactor de artículos de opinión y comentarios de crítica literaria y artística. Una labor necesaria sería, al menos por ahora, ir a los archivos a leer sus textos: quizás nos llevemos más de una sorpresa. Sólo les digo que, según he ido hormigueando en algunos libritos que tengo a mano, tiene artículos sobre Domingo Rivero o Domingo Velázquez; o un prólogo a un libro de Chona Madera. Artiles y Quintana dicen: sabemos que dejó otras obras inéditas.
Para más referencias, en el Diario de Las Palmas llevó con éxito (al parecer) la columna El papel vale más, que firmó con el pseudónimo de Pío Cid. Sus artículos eran esperados y leídos con ansiedad, nos dice Artiles y Quintana en su Historia de la Literatura Canaria.
Como articulista, Luis Benítez Inglott descuella por su gran formación cultural, su juicio seguro e incisivo y la agilidad de su prosa (así lo he leído por ahí). Con fama de gran conferenciante. Sus poemas figuran en varias antologías.
Según nos cuenta Juan Rodríguez Doreste, fue un hombre inquieto desde muchos frentes; no sólo era políglota, y no sólo tenía interés por el arte (donde hemos de incluir algún paseo como músico): también le preocuparon mucho los asuntos políticos de la comunidad, y así lo expresó en numerosos artículos (como, por cierto, Alonso Quesada). En este sentido, he visto en un texto de Lázaro Santana que fue miembro fundador del Partido Reformista (¿qué partido es éste?).
Fue traductor de Shakespeare.
Comentábamos que sólo conocemos un libro de poemas de Luis Benítez Inglott, el nombrado Poemas del mundo interior. Sé que, además, hay dos textos publicados que no están en este libro, y los incluye Lázaro Santana en su Modernismo y vanguardia en la literatura canaria: Luz de las aguas y Noche de San Pedro en el archipiélago.
No quiero decir mucho sobre su poesía, tan sólo comentar que se suele decir que tiene determinadas similitudes con la escritura (llamada) modernista canaria. Yo diría que, más que nada (y más que nada), se respira en sus poemas una humildad y sencillez muy cercana (que no idéntica) a los textos de Quesada; a los textos de Rivero; a los textos de Torón. Que no a Tomás Morales. Por lo general. Aunque no es ninguno de los tres.
Un ejemplo de lo (poco) que digo: Jesús sobre las olas, que leerán a continuación. Yo no creo que haya poema en toda nuestra poesía que haga de ese referente sempiterno que es el mar lo que Benítez Inglott aquí. Ni el mar particular de Cairasco, ni el de Afonso, ni el de Morales, ni el de Quesada; ni el de Manuel Padorno; ni el de nadie.
Una lectura de San Juan de la Cruz desde una humildad (ese -por siempre- recogimiento, aunque parezca expansión) marinera; más que pastoril. Esos sentidos sin-sentidos en este texto. Gocémonos, Amado.
JESÚS SOBRE LAS OLAS
La mar en la solemne noche abierta
sin horizontes ni riberas. Todo
sumergido en la sombra, sumergido
en una inmensidad de viento y agua.
Ni una luz, ni una estrella.
¡Oh, alma mía
perpetuamente en pie sobre la costa!
La última luz, crepuscular y tenue,
también ha naufragado en el Océano
allá lejos.
Y sólo está la mar
que llega a ti, desordenada y brusca,
pulverizada sobre la rompiente
-las olas invisibles, que se oyen
deshacerse en espuma, en la rompiente-.
La mar es un rumor de abismo: un hondo
fragor lejano y próximo. La noche
sólo sugiere mar: las costas todas,
las tierras todas se han hundido. Surge
el grave canto de la mar, que se alza
a la profunda noche impenetrable
Augusta hora del milagro, tiembla
mi corazón en el supremo instante.
¡Es ahora, Jesús, cuando te veo
otra vez avanzar sobre las ondas!
Así, Jesús. Sin luces terrenales,
ni astros que tiemblen en el infinito,
ni costas que limiten el milagro,
ni naves que interrumpan la llanura
de la mar de cristal bajo tus plantas,
sino así: sólo tú, Jesús, en esta
inmensidad de sombra soberana;
en esta inmensidad de agua y de olas
y de los libres vientos de la mar
Mi corazón te advierte, y va a tu encuentro
en la gran noche impenetrable. Avanza
lleno de fe sobre las ondas. Lleno
de fe sobre las ondas de la mar
LUIS BENÍTEZ INGLOTT nació en Las Palmas de Gran Canaria el 23 de enero de 1895. Estudió el bachillerato en el Colegio de San Agustín y obtuvo la licenciatura de Derecho en la Universidad de Oviedo en el año 1915.
Desde muy joven cultivó con éxito el periodismo y la poesía. Formó parte del grupo capitaneado por Tomás Morales, Alonso Quesada y Saulo Torón. En 1920 marchó a París, donde residió una temporada. En París tuvo Luis Benítez ocasión de relacionarse con el gran poeta Milosz (al que escribió un poema en la revista La Rosa de los Vientos) y con otros escritores como Porto-Riche, Miomandre, Martinenche y Ventura García Calderón, el peruano.
Varias veces viajó por el extranjero. En Madrid frecuentó las tertulias del Ateneo, La Granja, Regina y Lion dOr, en las que le introdujeron Claudio de la Torre y Enrique Díez-Canedo. Trató en ellas a figuras como Valle-Inclán, Pedro Salinas, Victorio Macho, Araquistain, Azaña, García Bilbao, Alfonso Reyes, Juan Ramón Jiménez, Gabriel Miró, Antonio Espina, Antonio Machado, Domenchina, Max Aub, García Lorca o el chileno Augusto DHalmar.
Colaboró en las siguientes revistas literarias: España, Internacional, La Pluma, Vértice, Ultra (al movimiento que representaba esta última se adscribió Luis Benítez por algún tiempo) y la siempre interesante y llamativa La Rosa de los Vientos canaria.
Poco antes de regresar a Las Palmas, en 1923, leyó en el Ateneo de Madrid el libro de poemas, único que se conoce de él, Poemas del mundo interior, de donde está sacado el que hoy ofrecemos. No se decidió a la publicación en aquellos momentos. Lo saca a la luz en el año 1965 (Ediciones del Excmo. Cabildo Insular de Gran Canaria, con prólogo del dramaturgo Juan Marrero Bosch).
Vuelve a la ciudad natal, dejó momentáneamente la ocupación poética para dedicarse al ejercicio de su carrera. Una dramática coyuntura de su vida le hizo retornar a los versos en 1937, y continuó escribiéndolos hasta 1944, cuando ya apenas se ocupó de poesía, pues desde entonces se entregó casi exclusivamente a colaborar en la prensa. Se consagra a la labor de redactor de artículos de opinión y comentarios de crítica literaria y artística. Una labor necesaria sería, al menos por ahora, ir a los archivos a leer sus textos: quizás nos llevemos más de una sorpresa. Sólo les digo que, según he ido hormigueando en algunos libritos que tengo a mano, tiene artículos sobre Domingo Rivero o Domingo Velázquez; o un prólogo a un libro de Chona Madera. Artiles y Quintana dicen: sabemos que dejó otras obras inéditas.
Para más referencias, en el Diario de Las Palmas llevó con éxito (al parecer) la columna El papel vale más, que firmó con el pseudónimo de Pío Cid. Sus artículos eran esperados y leídos con ansiedad, nos dice Artiles y Quintana en su Historia de la Literatura Canaria.
Como articulista, Luis Benítez Inglott descuella por su gran formación cultural, su juicio seguro e incisivo y la agilidad de su prosa (así lo he leído por ahí). Con fama de gran conferenciante. Sus poemas figuran en varias antologías.
Según nos cuenta Juan Rodríguez Doreste, fue un hombre inquieto desde muchos frentes; no sólo era políglota, y no sólo tenía interés por el arte (donde hemos de incluir algún paseo como músico): también le preocuparon mucho los asuntos políticos de la comunidad, y así lo expresó en numerosos artículos (como, por cierto, Alonso Quesada). En este sentido, he visto en un texto de Lázaro Santana que fue miembro fundador del Partido Reformista (¿qué partido es éste?).
Fue traductor de Shakespeare.
Comentábamos que sólo conocemos un libro de poemas de Luis Benítez Inglott, el nombrado Poemas del mundo interior. Sé que, además, hay dos textos publicados que no están en este libro, y los incluye Lázaro Santana en su Modernismo y vanguardia en la literatura canaria: Luz de las aguas y Noche de San Pedro en el archipiélago.
No quiero decir mucho sobre su poesía, tan sólo comentar que se suele decir que tiene determinadas similitudes con la escritura (llamada) modernista canaria. Yo diría que, más que nada (y más que nada), se respira en sus poemas una humildad y sencillez muy cercana (que no idéntica) a los textos de Quesada; a los textos de Rivero; a los textos de Torón. Que no a Tomás Morales. Por lo general. Aunque no es ninguno de los tres.
Un ejemplo de lo (poco) que digo: Jesús sobre las olas, que leerán a continuación. Yo no creo que haya poema en toda nuestra poesía que haga de ese referente sempiterno que es el mar lo que Benítez Inglott aquí. Ni el mar particular de Cairasco, ni el de Afonso, ni el de Morales, ni el de Quesada; ni el de Manuel Padorno; ni el de nadie.
Una lectura de San Juan de la Cruz desde una humildad (ese -por siempre- recogimiento, aunque parezca expansión) marinera; más que pastoril. Esos sentidos sin-sentidos en este texto. Gocémonos, Amado.
JESÚS SOBRE LAS OLAS
La mar en la solemne noche abierta
sin horizontes ni riberas. Todo
sumergido en la sombra, sumergido
en una inmensidad de viento y agua.
Ni una luz, ni una estrella.
¡Oh, alma mía
perpetuamente en pie sobre la costa!
La última luz, crepuscular y tenue,
también ha naufragado en el Océano
allá lejos.
Y sólo está la mar
que llega a ti, desordenada y brusca,
pulverizada sobre la rompiente
-las olas invisibles, que se oyen
deshacerse en espuma, en la rompiente-.
La mar es un rumor de abismo: un hondo
fragor lejano y próximo. La noche
sólo sugiere mar: las costas todas,
las tierras todas se han hundido. Surge
el grave canto de la mar, que se alza
a la profunda noche impenetrable
Augusta hora del milagro, tiembla
mi corazón en el supremo instante.
¡Es ahora, Jesús, cuando te veo
otra vez avanzar sobre las ondas!
Así, Jesús. Sin luces terrenales,
ni astros que tiemblen en el infinito,
ni costas que limiten el milagro,
ni naves que interrumpan la llanura
de la mar de cristal bajo tus plantas,
sino así: sólo tú, Jesús, en esta
inmensidad de sombra soberana;
en esta inmensidad de agua y de olas
y de los libres vientos de la mar
Mi corazón te advierte, y va a tu encuentro
en la gran noche impenetrable. Avanza
lleno de fe sobre las ondas. Lleno
de fe sobre las ondas de la mar
24 comentarios
123456789 -
pivito -
ánimo y Ruiz, y a actualizarla.
muchas gracias y saludos
wili -
perera -
Te adelanto que, si decides "meterte" a leer, te esperan muchas letras llamativas a propósito del mar en nuestros poetas, en nuestros escritores. Saludos.
La Hormiga ReMolona -
Anónimo -
Anónimo -
Rogers -
Por cierto, besotes tambien para la protagonista de la pelicula!
Bethencourt -
Por cierto, producto de un lapsus agradeces a Luis el artículo, que es en realidad obra de Perera.
Saludos y estamos en contacto.
Rogers -
Aprovechando la ocasion, un abrazo muy especial para Bethencourt.
perera -
Luis -
luis francisco -
Phlippe Tacoronte -
Luis -
Anónimo -
perera -
Gracias a Benítez Inglott, Tinito; por su palabra. Y a ti, por tu palabra. Saludos.
perera -
perera -
Se supone que lo normal sería que todo fuera por unos cauces "de normalidad" institucional: investigaciones universitarias... Pero no lo tengo tan claro: quizás darle la vuelta a esta obligación y mantenerse en la clandestinidad; que no en el aislamiento y la incomunicación, sino desde una posición (mejor: perspectiva) distanciada, en la medida de lo posible, de la ideología oficial de las instituciones "que nos velan".
perera -
Existe una tradición soterrada de nuestra literatura, daniel; de nuestra cultura. Como si, para que conozcamos algo, hubiera que pasar infinidad de capas herméticas para, por fin, poder llegar a algún sitio.
Y no sólo eso: lo que se ha investigado ha hecho, en muchas ocasiones, MÁS ENTERRAR nuestros autores o alrededores.
Bethencourt -
Un fuerte abrazo.
Philippe Tacoronte -
daniel -
magacin66 -
Me ha gustado mucho el artículo. Gracias.