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Trapera

Cambiar el mundo

 (Mij)

Yo quiero cambiar el mundo, dicen unos; El Papa Benedicto XVI afirmó que ’un mundo diferente es posible’ y que ’todos podemos intentar cambiarlo’. Y si les digo la verdad muchas veces he experimentado un extraño estado en el querría dar una serie de pasos para mejorar diversas situaciones.

Pero ahora yo me pregunto,¿qué es cambiar el mundo?. Para mí cambiar el mundo sería algo así como proponer unas ideas que sean del agrado de TODOS y llevarlas a cabo, pero lo que no es lógico es que se propongan ideas que sólo favorezcan a unos ya que nos quedaríamos como al principio, en un mundo en el que muchos de los habitantes no están de acuerdo con tales ideas o salgan desfavorecidos.

Pero también pienso que no se debe trabajar en esa búsqueda de cambiar el mundo porque esperemos que se vaya a conseguir un fruto, sino ante todo porque es nuestro deber, porque creemos en lo que estamos diciendo y porque puede haber un mundo mejor para todos.

Como es lógico, cualquiera tiene derecho a proponer una idea y todo el que la proclama lo hace para que esa idea no sea sólo oída, sino escuchada; pero el que se desanima porque sus pensamientos no son oídos o seguidos, es que no tiene suficiente fe en lo que piensa y en lo que hace y si sus ideas no son aceptadas, no se puede pretender que se sigan ya que supuestamente se busca un cambio con el que todos estemos de acuerdo.


Pero realmente cambiar el mundo es cosa muy difícil y pienso que es que nos queda muy grande ya que casi no somos capaces de cambiar nuestro propio mundo, nuestra propia vida. Y en todo caso, el sembrador no suele llegar a ver el fruto de su siembra, porque en el mundo son rápidos los cambios de las modas, de todo lo accidental, mientras que los corazones cambian con freno y a veces con marchas atrás y adelante.

Y esto lo puede comprender cualquiera que sienta lo lento que cambia su corazón, cuánto nos cuesta a todos evolucionar, qué despacio nos crece dentro la madurez y la paz del alma.

"Pero todo esto no encadena ni al verdadero profeta ni al auténtico trabajador. Porque no se es ni auténtico ni verdadero si no se tiene terquedad y paciencia."

Pero tal vez lo que quiero expresar quede más claro si añado una fábula, tomada de un viejo libro de narraciones árabes.

Cuentan que el viejo sufí Baya Cid decía a sus discípulos: «Cuando yo era joven, era revolucionario, y mi oración consistía en decirle a Dios: "Dame fuerzas para cambiar el mundo." Pero más tarde, a medida que me fui haciendo adulto, me di cuenta de que no había cambiado ni una sola alma. Entonces mi oración empezó a ser: " Señor, dame la gracia de transformar a los que estén en contacto conmigo, aunque sólo sea a mi familia." Y, ahora, que soy viejo, empiezo a entender lo estúpido que he sido. Y mi única oración es ésta: "Señor, dame la gracia de cambiarme a mi mismo." Y pienso que si yo hubiera orado así desde el principio, no habría malgastado mi vida.»

Creo que esta fábula no necesita mucha aclaración pero tal vez reafirmación.Porque este mundo está lleno de reformadores que no han empezado siquiera a reformarse a si mismos. ¿Cómo ser pacifista si no se respira paz? ¿Cómo hablar de la libertad si no se es espiritualmente libre? ¿Cómo predicar el amor si no se ama? ¿Qué sentido tiene exigir la justicia con palabras agresivas e injustas? ¿Cómo esperar respeto de los hijos si no se les respeta? ¿Cómo exigir a los padres cuando no se es exigente consigo mismo?

Yo me temo que muchas de nuestras peticiones de cambio del mundo no sean sino una coartada para esquivar nuestro fracaso a la hora de cambiarnos a nosotros mismos y que un alto porcentaje de las acusaciones de inhonestidad que hacemos a los demás no sean otra cosa que un autoengaño para no mirarnos en el espejo de nuestra propia deshonestidad.

Porque, además, el único modo de que cambiemos a los que nos rodean es conseguir que nuestro cambio irradie. Un hombre en paz consigo mismo no necesita hablar de la alegría, porque le saldrá por todas sus palabras. Un ser humano con verdadera fe en sus ideas las predicará sin abrir los labios, simplemente viviendo.

Está bien, claro, preocuparse por la marcha del mundo. Siempre que no sea una coartada para dispensarnos de cultivar nuestro propio jardín. Porque el día que nuestro jardín mejore, ya habrá empezado a mejorar el mundo.
TOMADO DE:  www.opinioncanariona.blogia.com

1 comentario

papafrita -

de los mejores articulos que te he leido....cargado de profundidad...hace pensar...y eso es mucho. Serás una científica buenísima...pero que pluma se pierde las letras! y que política el mundo!