EL CUMPLE DE LA CONSTITUCIÓN
Por Hideyoshi
A mi me resulta curioso ver como con el tema de la reforma de la elección de jueces, sin entrar en si se tiene o no razón en el tema, partidos como el PP, que por cierto fue de los más reticentes en su época de AP a firmar la constitución, se convierten en salvaguardas del poder establecidos y en los defensores de la actual constitución española.
Me resulta curioso como una constitución como la española del 78, que todos debemos reconocer como de circunstancia, pues muchas debieron ser las concesiones hechas (bajo la bandera de esa libertad sin ira como cantó la Jarcha) a fin de tener un proceso constitucional más o menos pacífico, es ahora defendida como un proceso totalmente acabado y en el que cualquier revisión supone que los más puristas se rasguen las vestiduras.
La constitución española tuvo que ser hecha buscando un consenso que no abriera heridas entre unos y otros, ceder ante las peticiones de determinados sectores inmovilistas y dejar con la miel en los labios a los más ambiciosos. Y aún así vemos como año tras año nos siguen vendiendo la misma moto: el importantísimo papel del rey, lo modélico del proceso y la constitución misma como la panacea de todos los males que desde siglos arrastraba España.
Desde este artículo quisiéramos recordar otra constitución española que, desde nuestro punto de vista fue la más avanzada (máxime si tenemos en cuenta su época) de las que España ha tenido. Esta no es otra que la constitución de la II República. Una constitución que, en un tema que en estos días levanta tantas ampollas como es el de la enseñanza de religión, suprimió la obligatoriedad de la misma y al contrario que hoy en día la persona que quisiera darla tendría que traer una justificación paterna, y no al revés como en la actualidad (nótese la diferencia entre una y otra medida). Suprimió la presencia de todo símbolo religioso siempre que la totalidad del alumnado y el profesor no se sintiesen ofendidos por la presencia del mismo. Pues veía la enseñanza religiosa como un hecho que no tenía por qué ser impuesto en la enseñanza pública, y por lo tanto subvencionada por un Estado que se confesaba aconfesional perjudicando a otras religiones que ante la ley tenían igualdad de condiciones. Aumentó la edad obligatoria de escolaridad.
Estableció el repartimiento de tierras, en un país insipientemente industrializado como la España de entonces, a las clases más humildes. Mejoró las condiciones laborales y la autonomía de las comunidades, en definitiva, fue mucho más revolucionaria y más allá (teniendo en cuenta su contexto) que la actual constitución española.
No es el fin de este artículo hacer un análisis de las dos constituciones, pues la extensión de estos artículos lo impide. Tampoco hacer una defensa a ultranza de la constitución de la II República, pues tuvo muchos fallos sobre todo en su aplicación. Sólo pretendemos, en las fechas que se acercan, lanzar una duda ante las siguientes cuestiones:
-¿Es la Constitución del 78 una panacea?
-¿Qué hay detrás de esa defensa a ultranza de la misma cargada de inmovilismo?
-Si las sociedades cambian y evolucionan. ¿Por qué esa insistencia en la no remodelación de esta, y se
arremete contra todo aquel que se atreve a plantearlo?
A mi me resulta curioso ver como con el tema de la reforma de la elección de jueces, sin entrar en si se tiene o no razón en el tema, partidos como el PP, que por cierto fue de los más reticentes en su época de AP a firmar la constitución, se convierten en salvaguardas del poder establecidos y en los defensores de la actual constitución española.
Me resulta curioso como una constitución como la española del 78, que todos debemos reconocer como de circunstancia, pues muchas debieron ser las concesiones hechas (bajo la bandera de esa libertad sin ira como cantó la Jarcha) a fin de tener un proceso constitucional más o menos pacífico, es ahora defendida como un proceso totalmente acabado y en el que cualquier revisión supone que los más puristas se rasguen las vestiduras.
La constitución española tuvo que ser hecha buscando un consenso que no abriera heridas entre unos y otros, ceder ante las peticiones de determinados sectores inmovilistas y dejar con la miel en los labios a los más ambiciosos. Y aún así vemos como año tras año nos siguen vendiendo la misma moto: el importantísimo papel del rey, lo modélico del proceso y la constitución misma como la panacea de todos los males que desde siglos arrastraba España.
Desde este artículo quisiéramos recordar otra constitución española que, desde nuestro punto de vista fue la más avanzada (máxime si tenemos en cuenta su época) de las que España ha tenido. Esta no es otra que la constitución de la II República. Una constitución que, en un tema que en estos días levanta tantas ampollas como es el de la enseñanza de religión, suprimió la obligatoriedad de la misma y al contrario que hoy en día la persona que quisiera darla tendría que traer una justificación paterna, y no al revés como en la actualidad (nótese la diferencia entre una y otra medida). Suprimió la presencia de todo símbolo religioso siempre que la totalidad del alumnado y el profesor no se sintiesen ofendidos por la presencia del mismo. Pues veía la enseñanza religiosa como un hecho que no tenía por qué ser impuesto en la enseñanza pública, y por lo tanto subvencionada por un Estado que se confesaba aconfesional perjudicando a otras religiones que ante la ley tenían igualdad de condiciones. Aumentó la edad obligatoria de escolaridad.
Estableció el repartimiento de tierras, en un país insipientemente industrializado como la España de entonces, a las clases más humildes. Mejoró las condiciones laborales y la autonomía de las comunidades, en definitiva, fue mucho más revolucionaria y más allá (teniendo en cuenta su contexto) que la actual constitución española.
No es el fin de este artículo hacer un análisis de las dos constituciones, pues la extensión de estos artículos lo impide. Tampoco hacer una defensa a ultranza de la constitución de la II República, pues tuvo muchos fallos sobre todo en su aplicación. Sólo pretendemos, en las fechas que se acercan, lanzar una duda ante las siguientes cuestiones:
-¿Es la Constitución del 78 una panacea?
-¿Qué hay detrás de esa defensa a ultranza de la misma cargada de inmovilismo?
-Si las sociedades cambian y evolucionan. ¿Por qué esa insistencia en la no remodelación de esta, y se
arremete contra todo aquel que se atreve a plantearlo?
8 comentarios
hideyoshi2 -
hideyoshi -
daniel -
daniel -
daniel -
daniel -
carlico -
fenix -
1ª:La constitución del 78 no es una panacea pero es que no existe ninguna ni existirá alguna que lo sea.
2ª:El defenderla no es ser inmovilista. Simplemente sentar unos cimientos donde se pueda edificar la base de un pueblo. Y su desarrollo es constante. Son los cimientos de una casa que, de vez en cuando se arreglan desperfectos con leyes que la amplían o simplemente la desarrollan por los cauces legales.
3ª:La sociedad cambia y evoluciona, cierto pero hay elementos que son, esencialmente, siempre los mismos como sus gentes, sus fronteras, sus costumbres... y desde el 78 creo que eso no ha cambiado.
La constitución del 78 deja margen suficiente para desarrollarla dentro de un marco en el que cabemos todos y todas. ¡Aprovechémoslo!