Amor (de) pasajero
(Por Zambraca)
Tras leer en esta misma página un artículo sobre pequeñas experiencias en Madrid, me vino a la cabeza una anécdota que pasé algunos años atrás con el metro. Y como no, he decidido contarlo, aunque aburra a un muerto.
Viajaba con un grupo de canarios a unas jornadas interesantes, y en este periplo elegimos el metro para movernos por una ciudad que se nos presentaba grande, intratable, y perdidos porque no estaba el mar para decirnos dónde estábamos, yo no sabía que era arriba o abajo, o donde estaba el norte o el sur, tampoco teníamos tiempo para asumir el rol de exploradores urbanos.
Pues bien, yo con una mochila un poco pesada, siempre he sido un exagerado para llevar cosas encima, la dejo en el suelo para sentarme en un banco y relajar la espalda, y cuando el lomo agradecía ese gran gesto de amabilidad llega el metro, y en unos segundos abre las puertas, sale la gente a toda leche, entran los de afuera de igual modo, y aunque estuviese agotado me cargo la mochila rápidamente para entrar por primera vez en un vagón de esos, y tras mi primer paso, algo parecido a las candidatas a reina de carnaval, suena un pitido seguido del cierre de puertas en todas las narices; Yo ante situación que no entendía me quede un poco pasmado, momento en el cual el metro se movió, y como buen canario acostumbrado a la guagua empecé a correr diciendo chofer pare, chofer pare, ... y el resto del grupo que sabían de estos cacharros estaban en un trance de risa.
Pueden imaginarse tal situación, un pibe con un careto como el de Pepe de Ikea pidiéndole al metro de Madrid que se detenga, al finalizar mis ruegos infructuosos pensé que allí la gente estaba un poco acelerada, y con un ligero mosqueo me dije que con esas prisas esta gente según llegan al Aeropuerto de Gran Canaria se salen de la isla.
Bueno, al final cuando recapacité un poco descubrí que la mecánica de ese gran invento es la velocidad, al subir, al salir y al transitar por los pasillos y escaleras mecánicas, por cierto si no vas con prisa te tienes que poner a la derecha para que la gente con comida en el fuego pase por la izquierda, y eso que hay mucha frecuencia de vagones.
Pero reconozco que a pesar de ese primer encuentro, le tengo mucho aprecio, aunque uno no vea nada a lo largo del trayecto salvo las caras serias y poco habladoras de la gente; del todo diferentes de nuestras guaguas, donde por habla hasta el conductor, y si tienes dudas donde bajarte siempre te puede ayudar con se tiene que bajar aquí.
El aprecio por el metro viene dado por la seguridad que me ofrece para llegar a los distintos destinos en la propia ciudad, con la posibilidad de lograr largos desplazamientos en tiempos cortos en Madrid, y siempre las referencias que se ofrecen son las bocas de metro.
Y es que este aprecio por el metro de Madrid se convirtió en amor pasajero en D.F. México, durante toda una semana nos ayudó muchísimo para llegar a los distintos puntos de la ciudad, a la vez que yo me sentía más seguro ante tanta ingente de personas, ya que es una ciudad donde se vive mucho en la calle, puesteros, vehículos, comercios, etc. y nosotros teníamos una pinta de turistas terrible, blanco fácil si no tomas unas mínimas precauciones.
En D.F. estuve de turismo de mochila pasando un miedo por una ciudad con fama de violenta, en cada parada de metro un guardia con una escopeta y a partir de las 17'00 horas separan a las mujeres de los hombres para evitar violaciones; pa' cagarse, y encima este viaje estuve acompañado de tres mujeres, pueden imaginarse tanto agobio, a mi se me pasaba por la cabeza en cada momento a una banda corriendo tras ellas y que a mi me daban con un trozo de metal en la cabeza, justo entre ceja y ceja. Pero la experiencia fue muy agradable, tomando precauciones se puede hacer turismo con el libro del Trotamundos.
Si bien el metro es bastante frío, huele mal, y pierdes las vistas de la superficie, resulta ser un fantástico medio de comunicación en aglomeraciones humanas tan exageradas (Madrid un montón, pero en D.F. 22 millones de habitantes) con problemas circulatorios y con la necesidad de realizar millones de desplazamientos diarios.
Y les digo que tras la experiencia mexicana el metro satisface con creces la movilidad de muchas personas en grandes ciudades, a la vez que depreda muy poco el paisaje y el territorio urbano, y si tomamos en cuenta a la ingente cantidad de usuarios y recorridos diarios que lleva a cabo supone un obstáculo insalvable para otro medio de transporte en superficie.
Metro te quiero por momentos.
Tras leer en esta misma página un artículo sobre pequeñas experiencias en Madrid, me vino a la cabeza una anécdota que pasé algunos años atrás con el metro. Y como no, he decidido contarlo, aunque aburra a un muerto.
Viajaba con un grupo de canarios a unas jornadas interesantes, y en este periplo elegimos el metro para movernos por una ciudad que se nos presentaba grande, intratable, y perdidos porque no estaba el mar para decirnos dónde estábamos, yo no sabía que era arriba o abajo, o donde estaba el norte o el sur, tampoco teníamos tiempo para asumir el rol de exploradores urbanos.
Pues bien, yo con una mochila un poco pesada, siempre he sido un exagerado para llevar cosas encima, la dejo en el suelo para sentarme en un banco y relajar la espalda, y cuando el lomo agradecía ese gran gesto de amabilidad llega el metro, y en unos segundos abre las puertas, sale la gente a toda leche, entran los de afuera de igual modo, y aunque estuviese agotado me cargo la mochila rápidamente para entrar por primera vez en un vagón de esos, y tras mi primer paso, algo parecido a las candidatas a reina de carnaval, suena un pitido seguido del cierre de puertas en todas las narices; Yo ante situación que no entendía me quede un poco pasmado, momento en el cual el metro se movió, y como buen canario acostumbrado a la guagua empecé a correr diciendo chofer pare, chofer pare, ... y el resto del grupo que sabían de estos cacharros estaban en un trance de risa.
Pueden imaginarse tal situación, un pibe con un careto como el de Pepe de Ikea pidiéndole al metro de Madrid que se detenga, al finalizar mis ruegos infructuosos pensé que allí la gente estaba un poco acelerada, y con un ligero mosqueo me dije que con esas prisas esta gente según llegan al Aeropuerto de Gran Canaria se salen de la isla.
Bueno, al final cuando recapacité un poco descubrí que la mecánica de ese gran invento es la velocidad, al subir, al salir y al transitar por los pasillos y escaleras mecánicas, por cierto si no vas con prisa te tienes que poner a la derecha para que la gente con comida en el fuego pase por la izquierda, y eso que hay mucha frecuencia de vagones.
Pero reconozco que a pesar de ese primer encuentro, le tengo mucho aprecio, aunque uno no vea nada a lo largo del trayecto salvo las caras serias y poco habladoras de la gente; del todo diferentes de nuestras guaguas, donde por habla hasta el conductor, y si tienes dudas donde bajarte siempre te puede ayudar con se tiene que bajar aquí.
El aprecio por el metro viene dado por la seguridad que me ofrece para llegar a los distintos destinos en la propia ciudad, con la posibilidad de lograr largos desplazamientos en tiempos cortos en Madrid, y siempre las referencias que se ofrecen son las bocas de metro.
Y es que este aprecio por el metro de Madrid se convirtió en amor pasajero en D.F. México, durante toda una semana nos ayudó muchísimo para llegar a los distintos puntos de la ciudad, a la vez que yo me sentía más seguro ante tanta ingente de personas, ya que es una ciudad donde se vive mucho en la calle, puesteros, vehículos, comercios, etc. y nosotros teníamos una pinta de turistas terrible, blanco fácil si no tomas unas mínimas precauciones.
En D.F. estuve de turismo de mochila pasando un miedo por una ciudad con fama de violenta, en cada parada de metro un guardia con una escopeta y a partir de las 17'00 horas separan a las mujeres de los hombres para evitar violaciones; pa' cagarse, y encima este viaje estuve acompañado de tres mujeres, pueden imaginarse tanto agobio, a mi se me pasaba por la cabeza en cada momento a una banda corriendo tras ellas y que a mi me daban con un trozo de metal en la cabeza, justo entre ceja y ceja. Pero la experiencia fue muy agradable, tomando precauciones se puede hacer turismo con el libro del Trotamundos.
Si bien el metro es bastante frío, huele mal, y pierdes las vistas de la superficie, resulta ser un fantástico medio de comunicación en aglomeraciones humanas tan exageradas (Madrid un montón, pero en D.F. 22 millones de habitantes) con problemas circulatorios y con la necesidad de realizar millones de desplazamientos diarios.
Y les digo que tras la experiencia mexicana el metro satisface con creces la movilidad de muchas personas en grandes ciudades, a la vez que depreda muy poco el paisaje y el territorio urbano, y si tomamos en cuenta a la ingente cantidad de usuarios y recorridos diarios que lleva a cabo supone un obstáculo insalvable para otro medio de transporte en superficie.
Metro te quiero por momentos.
5 comentarios
tibicena -
A pesar de haber sido construido en los años 30 (incluso los vagones que se usan son los auténticos hoy en día)y haber pasado penurias y calamidades (una guerra mundial y varios atentados) se puede hacer un tour por las estaciones mejor conservadas y más bonitas, que se pasa de lo lindo.
Allí, se puede ver lo que lee ese pueblo y lo callado que va todo el mundo, menos los españoles y algunos otros claro jeje.
Como lo construyeron bajo el poder de los soviets está abarrotado de imaginería comunista aún, que ya se ha convertido en una especie de museo antropológico o de viejas glorias, porque quitar a todos los Lenines o Estrellas Rojas, amén de un crimen, sería un gasto inútil y un atentado contra la disposición del entorno. Y que tiene su gracia y todo. Busquen en la red y verán. Abraxos
magacin66 -
Zambraca -
me prestaron abrigos, y creo que llevé saco de dormir.
y eran unos cuantos días.
y yo no tenía experiencia de viajes como para saber que llevar.
también les puedo contar que las playeras aguantaban hasate que los cartones que le ponías a la plantilla no servía para evitar que te entrara piconcitos por debajo.
La pobreza mi hermano.
magacin66 -
Efectivamente el metro (de Madrid, que es el único que conozco) tiene su encanto... lo que me llama la atención es que tú llevaras una mochila de mucho peso... creo recordar que siempre fuiste ligero de equipaje: antes, "unos meibas y una camiseta amarilla eran suficientes..." ¿no?
Elena -