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El mundo ante el cenit del petróleo. Parte 10: El cenit del petróleo y los límites del crecimiento

Ante el cenit del petróleo y el agotamiento de los actuales recursos energéticos existe la convicción entre muchos ciudadanos de que ha de haber una solución. Pero, ¿para qué y para quiénes?, ¿para mantener el actual crecimiento económico y del nivel de consumo de los países desarrollados?, ¿hasta cuándo? Vivimos en un espacio limitado como el planeta Tierra, por lo que toda sociedad cuyo modo de vida esté basado en el crecimiento llegará a un punto en el que sólo se podrá mantener a costa del decrecimiento de otras, hasta que finalmente se enfrente al límite marcado por el agotamiento de los recursos disponibles para todas ellas.

¿O es que al plantear que ha de haber una solución se trata de que los dos tercios de la población mundial más desfavorecida tenga acceso al nivel de consumo del que disfrutan la mayor parte de los ciudadanos de los países más desarrollados?, ¿cómo va a ser posible si las economías de los países desarrollados siguen creciendo y para ello se aprovechan de los recursos de los países “pobres”? Más aún, ¿cómo va a ser eso posible si hay otros recursos básicos que también empiezan a escasear?

Los problemas y los retos a los que se enfrenta la especie humana en los comienzos del siglo XXI se venían advirtiendo desde hace décadas y van más allá del propio cenit del petróleo, que es el más inmediato y el que parece va a ser el primero en poner a prueba el sistema basado en el crecimiento económico. El cenit del petróleo se enmarca en el contexto del inicio de los tiempos en los que la humanidad se va a enfrentar al progresivo agotamiento de muchos recursos básicos, en definitiva, a los límites al crecimiento marcado por el espacio limitado que es nuestro planeta Tierra.

La Historia de la humanidad contiene abundantes ejemplos de cientos de civilizaciones muy avanzadas para las que no hubo solución, y que sucumbieron cuando excedieron los límites en el consumo de los recursos que en los que basaban su desarrollo. En nuestra tecnológica sociedad actual existe el convencimiento de no puede suceder algo así, pues la tecnología lo podrá resolver todo. Pero es ésta la que necesita de la energía para desarrollarse, pues por sí misma no puede “crear” energía. Las comodidades que disfrutamos y los medios que nos han proporcionado la tecnología y la abundante disponibilidad de energía fácil y barata, nos impiden ver la poca distancia que separa el nivel de vida actual de los países más adelantados del que existía en la “Edad de Piedra”: basta con un corte permanente en los suministros de electricidad y de carburantes.

También en la Naturaleza se dan múltiples ejemplos similares a lo que estamos viviendo hoy en día, pues la evolución de la humanidad en nuestros días tiene numerosas similitudes con la de una plaga que se desarrolla en un ser vivo, se multiplica hasta exceder la capacidad del mismo para servirle como sustento, y experimenta una brusca caída en su población. Es lo que sucede, por ejemplo, con las bacterias en un cultivo, cuya población crece exponencialmente hasta que se agota su alimento, y a partir de entonces se produce un brusco descenso poblacional. Para la generación que experimenta la quiebra no existe ningún problema hasta que no se llega al momento en que se han consumido la mitad de los recursos iniciales y empieza a faltar el alimento. Desde que la humanidad comenzó a disponer de petróleo su población se ha multiplicado de forma explosiva. Ahora estamos en el momento en que nos acercamos al agotamiento de la mitad del petróleo extraíble del mundo, y queda por extraer la mitad restante, de peor calidad y de más costosa extracción. Estamos en la generación de la quiebra, y aún así la inmensa mayoría de la población mundial no es consciente de ello.

La situación de la humanidad se puede asimilar a la de una empresa maderera que explota un bosque muy por encima de su capacidad de regeneración. Al principio, empieza talando los árboles más accesibles y de mayor tamaño, tratando de lograr la máxima cantidad de madera con el mínimo esfuerzo posible. Cuando haya cortado los mejores árboles empezará también a cortar los de menor tamaño, por lo que cada vez le irá costando más esfuerzo mantener la misma producción de madera. Finalmente, cuando los árboles escaseen, la producción caerá en picado hasta que se agoten todos los árboles.

Esto es lo que sucede con cualquier recurso finito: al principio aumenta rápidamente la producción porque hay abundancia, es accesible y de calidad, pero según se va consumiendo, la producción se estanca y luego comienza a bajar. El petróleo es un recurso finito, pues requiere de millones de años para producirse en la Naturaleza, y la humanidad ha necesitado sólo cien años para consumir la mitad del que disponía. La dependencia del petróleo de nuestras sociedades es tal, que aún con el incremento de los precios no se está sustituyendo por otros recursos, sino que la demanda energética mundial continúa en aumento (figura 7, página 13). Si existiese otro elemento más barato y eficiente ya se estaría utilizando masivamente.


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["Informe sobre el Cenit de la producción mundial de petróleo" realizado por Fernando Bullón Miró en octubre de 2005 para AEREN (Asociación para el Estudio de los Recursos Energéticos) y publicado por Crisis Energética]

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